Dice el refranero castellano que quien busca halla. Y precisamente en Castilla y León el viajero tiene la obligación de indagar y profundizar. De ir más allá. Es habitual que una escapada de fin de semana a Salamanca, Ávila, Segovia, Burgos o León, por ejemplo, se limite a un recorrido por sus capitales. Una opción formidable sin duda. Pero cada una de las nueve provincias tiene enclaves fascinantes y sin el menor atisbo de masificación. Algo que en los tiempos que corren es más importante que nunca. Repasamos cinco de esos lugares que ver en Castilla y León para lograr la más absoluta desconexión.
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Castilla y León con la tranquilidad que mereces
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Arribes del Duero y sus miradores (Salamanca y Zamora)
Resulta complicado entender que los Arribes del Duero sigan siendo un gran desconocido para muchos. La imagen del río encajonado haciendo frontera entre España y Portugal es uno de los paisajes más arrebatadores de Europa. Un profundo cañón compartido por Salamanca y Zamora que regala a su paso cascadas, vertiginosos miradores, inmensos campos de vides, olivos y cítricos y una gastronomía con productos naturales y kilómetro cero como el queso de oveja. Como el verano es especialmente cálido en los Arribes, nos podemos refrescar en playas fluviales como la del Rostro en Aldedávila de la Ribera o sentir de cerca el agua de las cascadas del Pozo de los Humos, el Pozo Airón y el Pinero en Pereña de la Ribera y Masuceco. Si hablamos de miradores, imprescindible asomarse al Picón del Moro en Saucelle; La Code en Mieza; El Fraile en Aldeadávila; el gran meandro del Duero en Pinilla de Fermoselle; y Las Barrancas en Fariza de Sayago.
Lago de Sanabria (Zamora)
Es el gran mar interior de España. Un lago de origen glaciar que es el epicentro de un frondoso parque natural enclavado donde la provincia de Zamora va dando la mano a Galicia y Portugal. Las suaves temperaturas que se registran y las excelentes áreas de baño con las que cuenta, convierten al Lago de Sanabria en un destino codiciado en verano. Es obvio que en sus playas de Custa Lago, Viquiella, El Folgoso y Arenales de Vigo la ocupación será más elevada, pero el parque tiene rincones más desconocidos. Uno de ellos es la zona de baño del río Tera junto al campo de fútbol de Ribadelago Viejo. Tan agradable como el propio lago y con el agua igual de refrescante. El senderismo también ocupa un papel importante con rutas como la de la Cascada de Sotillo y el Cañón del Tera. Además, el parque natural nos regala la presencia de uno de los pueblos más bonitos de España, Puebla de Sanabria y una gastronomía excelsa donde brilla el pulpo, las setas, la ternera y las alubias de Sanabria.
Omaña (León)
Los paisajes inmensamente verdes que tanto nos enamoran de Asturias comienzan antes. Concretamente en la provincia de León, aunque en ocasiones permanezcan en un discreto segundo plano. Uno de los mejores ejemplos es la comarca de Omaña. Abrigada por la cordillera Cantábrica y los Montes de León, cuenta con una sucesión de montañas y valles donde podemos encontrar bosques de gran valor como el abedular de Montondro, refugio del urogallo cantábrico. Omaña está vertebrada por el río del mismo nombre, rico en truchas y todo un paraíso para los que disfrutan con su pesca. Una especie que es el ingrediente principal de una de las recetas estrella de la gastronomía de la comarca: la sopa de truchas. Los fogones de los restaurantes omañenses también preparan a la perfección los platos de caza como el jabalí y el venado. Un ejemplo de cómo el medio y el ser humano se retroalimentan con la mayor naturalidad y respeto. El Omaña podemos hacer apasionantes rutas de senderismo como a la de las Fuentes del Omaña o la de Los Calderones y refrescarnos en la playa fluvial del minúsculo y encantador pueblo de La Omañuela.
Sierra de Gredos (Ávila)
Un edén para los montañeros en invierno y para los que buscan un baño refrescante en verano. Las cumbres de la Sierra de Gredos son generosas e interminables. La nieve que las decora hasta bien entrada la primavera se convierte en un agua pura y límpida que desciende por angostas gargantas generando pozas y formidables áreas de baño. Una de las autorizadas por la Junta como zona segura es la Garganta de los Caballeros en Navalonguilla.
En Gredos el verano es momento para cambiar la montaña por los senderos gracias a sencillas rutas como la del nacimiento del Tormes en Navarredonda, la Laguna Grande desde la Plataforma y las cinco lagunas en Navalperal de Tormes. La visita a las asombrosas Cuevas del Águila en Arenas de San Pedro (ya en el Valle del Tiétar) formadas hace doce millones de años y descubiertas por casualidad en 1963, pueden poner el colofón a un recorrido por la comarca abulense.
Campos de lavanda de Tiedra (Valladolid)
Cuando hablamos de lavanda la mente se marcha a la Provenza francesa. Y si lo hacemos limitándonos a España, la única opción que se nos ocurre en Brihuega, en Guadalajara. Pero en la provincia de Valladolid existe un encantador pueblo donde también se cultiva y hacen gala de ello. Hablamos de Tiedra. En 2006 esta localidad se empezó a convertir en ‘Tiedra de lavanda’ gracias a las características de tu terreno a la instalación de destilería que transforma la flor en aceites esenciales. Cada mes de julio la planta luce su característico color violeta dejando un escenario fotogénico a más no poder.
La localidad cuenta con un Centro de Interpretación de la Lavanda donde se explican los pormenores de su cultivo y el proceso de transformación. Pero además Tiedra tiene otros atractivos turísticos como su castillo del siglo XII, la ermita de Nuestra Señora de Tiedra Vieja y las iglesias del Salvador, San Miguel y San Pedro.
Escrito por Pablo Montes y Estefanía Casillas, del blog Viaje con Pablo
