La ciudad de Río se levanta en medio de un valle y a orillas de una de las playas más codiciadas del mapa, la de Copacabana, para presentarse ante el mundo como la “Cidade Maravilhosa” llena de color, alegría y música. Pero no una música cualquiera, sino una música risueña, simpática y enérgica como es la samba.
La samba recibe su tradicional homenaje cada año con la llegada de los Carnavales. En estos días la ciudad se vuelve aún más maravillosa, se viste de gala y los cariocas salen a la calle para festejar día y noche. Sin duda, es una época muy acertada para visitar Río de Janeiro, ya que en estos días, todos los “ingredientes” que componen esta ciudad están más presentes que nunca.
El carnaval no es una mera fiesta. Es una cultura en torno a la cual se vive todo el año. Desde el final de un carnaval, las escuelas de samba de Río de Janeiro se ponen a trabajar para organizar el carnaval del año que viene.
En primer lugar cada escuela elige un tema en torno al cuál girará su desfile del próximo año. Una vez elegido, se pone en marcha la búsqueda de la música más adecuada para acompañar ese tema. Se busca a los mejores compositores de samba para poner banda sonora al desfile, tiene que ser pegadiza y calar bien en los cariocas, ya que esta es una de las mayores clave que hará triunfar a la escuela ganadora.
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Una vez que ya está montado “el esqueleto” del desfile, empiezan a trabajar con la indumentaria que llevarán los participantes, la “fantasía”. Y no es poco trabajo, porque por cada escuela de samba suelen desfilar aproximadamente 3000 personas, separadas en diferentes secciones: los abanderados de la escuela, que portan orgullosos la bandera con su insignia, la batería, con todos los músicos que van tocando en directo, los “pasistas” que son aquellos que tienen una coreografía exacta que seguir, etc etc.
Todo este trabajo se lleva a cabo en “La ciudad de la samba”, una aglomeración de naves donde se encuentran la sede y los talleres de cada escuela. En la ciudad de la samba trabajan cientos de voluntarios que, con absoluta devoción, dedican un año entero a trabajar para que su escuela goce del honor de ser la campeona del próximo año.
Cuando llega enero y los carnavales se aproximan, la ciudad empieza a vibrar con los preparativos del carnaval, que ya puede sentirse en las calles. Comienzan los ensayos y se marcan los días en los que las calles de cada barriada se cerrarán para que la escuela correspondiente a cada barrio y sus miles de participantes, puedan salir a ensayar el desfile. Un auténtico espectáculo, ¡ya se puede empezar a sentir la euforia!
También se abre el Sambódromo de Marqués de Sapucaí, el espacio destinado a los desfiles del carnaval. 550 metros que cada escuela debe recorrer en un tiempo limitado de 90 minutos. Durante la época de ensayos, a cada escuela se le asignará unos días en los que debe realizar su ensayo general.
Y así, poco a poco, llegamos a febrero o marzo (según el calendario) y nos adentramos de lleno en el carnaval propiamente dicho.
En estos días la ciudad se une con el fin de vivir y disfrutar de su época más esperada. Las calles son invadidas por el “Carnaval da Rua”. Desde primera hora de la mañana hay programados por toda la ciudad diferentes “Blocos de Carnaval” que son pequeños desfiles de “andar por casa”. Basta con un camión donde llevar la música, que vaya recorriendo las calles de cada barrio, con toda la gente detrás siguiéndole.
Cada uno lleva de casa lo que quiere para disfrazarse, desde pequeños ornamentos divertidos, hasta disfraces caseros pensados hace tiempo y trabajados minuciosamente.
Los “Blocos de Carnaval” tienen una gran audiencia. Cientos de personas acuden a ellos, refresco en mano, para vivir el ambiente más festivo. En ellos podrás encontrar desde familias con niños pequeños, hasta personas de edad considerable que, como buenos cariocas, no pierden la oportunidad para reír y pasarlo bien.
Y por la noche llega el momento de la verdad: el desfile. Hay dos días destinados a los desfiles oficiales. A las ocho de la tarde se da el pistoletazo de salida y empieza la verdadera fiesta, que suele prolongarse hasta las 6 o 7 de la mañana. Cada noche desfilan 6 escuelas de samba, sometiéndose a la valoración del jurado que está presente en el sambódromo y que analizan minuciosamente cada detalle.
Estos jueces reciben unos manuales de la LIESA (Liga das Escolas de Samba) en los que se especifica todo lo que deben puntuar: deben verificar que la samba se corresponde con el tema elegido a la perfección, la calidad de la música, la elaboración de las fantasías, el diseño de los carros, la armonía en el desfile, la correcta posición de cada sección, la alegría demostrada y contagiada al público afortunado que tiene la suerte de poder participar de este momento tan único, etc.
Una vez han desfilado todas las escuelas, se publica la puntuación de cada una y se decide así, por centésimas incluso, cuál será la que tendrá el honor de ser la NUEVA CAMPEONA, un reinado que durará un año, un año en el que habrá que trabajar más duro todavía para intentar alzarse de nuevo con el título y el honor de representar a la “Cidade Maravilhosa”.
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