Marruecos es una tierra misteriosa y sugerente, repleta de sorpresas, tradiciones ancestrales, paisajes diversos, una gastronomía basada en sabores intensos y ciudades que parecen salidas del cuento de ‘Las mil y una noches’. Un buen compendio de todo ello lo descubrirás cuando te hablemos de las muchas cosas que ver en Fez.
Fundada a finales del siglo VIII, Fez no lleva adjunto el cartel de capital de Marruecos, pero no lo necesita. Los marroquíes la consideran la capital cultural y religiosa de su país.
Y es que, Fez es uno de esos lugares que destila personalidad y carisma por sus cuatro costados. No necesita de títulos ni reconocimiento internacional para saber cuál es su lugar en el corazón y el alma de su gente… ¡Y de la gente que la visita!
Fez deja huella. ¡Coge tu maleta, o mochila, y acompáñanos mientras exploramos las fantásticas cosas que hacer en Fez!
Contenidos
- 1 Perderse por la medina de Fez
- 2 El arte del cuero en las curtidurías de Fez
- 3 Los artesanos del cobre en la Plaza Seffarine
- 4 La Mezquita-Universidad Al-Qarawiyyin
- 5 Pasear por los jardines Jnan Sbil
- 6 Las tumbas meriníes y su vista panorámica
- 7 Degustar la gastronomía de Fez
- 8 Una mirada al Palacio Real de Fez
- 9 Explorar el pasado judío de la ciudad en Fez Mellah
- 10 La Madrasa de Al-Attarine
Perderse por la medina de Fez
La medina más grande del mundo es, sin lugar a dudas, la gran protagonista de las mejores cosas que ver en Fez.
El laberinto de más de 9.000 callejones posee más de un milenio de antigüedad, ya que fue creado durante el dominio de los reyes de la dinastía idrísida, a principios del siglo IX.
Durante esos mil cien años, por supuesto, la medina de Fez ha mudado muchas de sus características. Sin embargo, es uno de esos escasos lugares en el mundo que, al caminar por ellos, te sientes como el protagonista de la novela de H. G. Wells, ‘La máquina del tiempo’.
Si abandonas las calles más comerciales, rebosantes de vida con sus zocos, y te adentras en las profundidades de la medina, encontrarás antiguas casas, madrasas, mezquitas, pequeños talleres de artesanos que aún siguen trabajando el cuero, la plata, el cobre, el mármol o la madera con los métodos utilizados antaño. Ahí reina la calma, tan sólo interrumpida por la algarabía de los niños jugando o la llamada al rezo de los muecines.
Experimentarás, en definitiva, un auténtico viaje en el tiempo del que no querrás despertar.
La medina de Fez es olores, sabores, colores y un sinfín de sensaciones. Unas 50.000 almas viven en Fez el-Bali, nombre con el que le conocen los locales. Piérdete entre ellos y fúndete con la tradición, religiosidad y el día a día de los habitantes de Fez.
El arte del cuero en las curtidurías de Fez
Una de las cosas más interesantes que hacer en Fez es visitar, dentro de Fez el-Bali, el barrio donde habitan, y trabajan, los artesanos del cuero.
Las curtidurías de Fez son famosas en todo el país, e incluso en el continente africano. En el ático de la mayoría de las tiendas se abren balcones desde los que se puede contemplar el arduo trabajo de los encargados de teñir las distintas pieles.
Ponen el material en distintos pozos en los que vierten el líquido con el que darán el color ansiado al producto final. Protegidos con botas altas y poco más, los artesanos se dedican a empapar bien las pieles antes de dejarlas secar al sol.
En la tienda podrás admirar – y comprar – bolsos, chaquetas, carteras, mochilas y cualquier otro producto de cuero que puedas imaginar.
Los artesanos del cobre en la Plaza Seffarine
Entre las muchas cosas que ver en Fez encontrarás un buen número de interesantes plazas.
Una de las más emblemáticas es la de Seffarine. A ella se asoman interesantes edificios, como la espectacular Biblioteca Al-Qarawiyyin y alguna pequeña tetería, como la encantadora Cremerie La Place. Sin embargo, lo que más abunda en la plaza son los cuidados talleres de los artesanos del cobre.
No sólo podrás comprar un sinfín de artículos de cobre – ollas, sartenes, tajines, bandejas, quemadores de incienso y mucho más -, sino que además podrás observar cómo trabajan este material. Lo llevan haciendo durante siglos, con técnicas que han pasado de generación en generación.
La Plaza Seffarine es uno de esos lugares en los que apetece sentarse a tomar un té mientras observas el día a día de los artesanos y el resto de gente local.
La Mezquita-Universidad Al-Qarawiyyin
Fundada en el año 859, la mezquita-universidad Al-Qarawiyyin posee el honor de ser la institución de educación superior – con un uso continuado en el tiempo – más antigua del mundo.
En la antigua medina de Fez se hallan la mezquita y la biblioteca del complejo, aunque el nombre de la universidad es compartido ahora por otro nuevo edificio que ha sido levantado en la parte moderna de la urbe.
En cuanto a la mezquita, fue renovada y ampliada en los siglos XII y XVIII, alcanzando unas dimensiones imponentes y una belleza arquitectónica sin igual. Debes tener en cuenta que es un lugar de culto reservado solamente para musulmanes, por lo que si no profesas esa religión tendrás que contentarte con admirarla desde fuera.
Pasear por los jardines Jnan Sbil
Cuando aprieta el calor – cosa que ocurre con cierta frecuencia entre los meses de mayo y septiembre -, una de las mejores cosas que hacer en Fez es darse un paseo por los bellos jardines de Jnan Sbil.
Ubicado en el corazón de Fez, a un paso de la medina, Jnan Sbil es un tesoro histórico y botánico.
Fundado en el siglo XVIII por el sultán Moulay Abdellah, este exuberante oasis se extiende a lo largo de 7,5 hectáreas. Su diseño refleja la armoniosa combinación de influencias tradicionales marroquíes y andaluzas, con fuentes ornamentadas, serenos estanques y senderos meticulosamente mantenidos.
Aquí te recibirá una diversa colección de flora, que incluye palmeras, naranjos y coloridas buganvillas, además de muchos otros árboles exóticos, algunos de ellos centenarios.
Jnan Sbil sirve como santuario de relajación tanto para los lugareños como para los que estamos de paso, proporcionando un escenario perfecto para paseos tranquilos, picnics y momentos de reflexión.
Las tumbas meriníes y su vista panorámica
Fuera de la medina de Fez, en lo alto de una colina que está a poco más de 20 minutos en coche de la Puerta Azul – conocida con el nombre de Bab Bou Jeloud y levantada en 1913, durante el protectorado francés –, se halla uno de los mejores miradores de la ciudad.
La colina se llama Al-Qula. Parece un nombre sencillo, pero detrás de él se esconde una importante historia, pues allí se encuentra la necrópolis real de los señores de la dinastía meriní (reyes que gobernaron los designios de Fez entre los siglos XIII y XV).
Si visitas el lugar al atardecer, justo cuando los cantos de los muecines retumban desde todos los rincones de la vieja medina, disfrutarás de una de las mejores panorámicas que ver en Fez.
Degustar la gastronomía de Fez
Otra de las mejores cosas que hacer en Fez es degustar su espectacular y variada gastronomía.
La mesa de esta ciudad refleja una mezcla de influencias árabes, bereberes y andaluzas, siendo famosa por el uso de ingredientes locales frescos y una variedad de especias aromáticas.
Los platos tradicionales como el tajine – un guiso cocinado a fuego lento que generalmente se elabora con carne, verduras y frutas – muestran los intrincados sabores de la cocina marroquí. Otro alimento básico es el cuscús, que suele servirse con cordero, pollo y una mezcla de verduras.
Fez también es conocida por su comida callejera, con vendedores que ofrecen delicias como pastela (o pastilla), un pastel dulce y salado hecho con hojaldre, paloma o pollo y almendras, espolvoreado con azúcar en polvo y canela.
Los bulliciosos zocos de la medina ofrecen un festín sensorial con puestos que venden aceitunas, limones en conserva y una gran cantidad de especias.
Los dulces locales como la chebakia, un pastelito cubierto de miel, y el té de menta son partes esenciales de la experiencia gastronómica, lo que hace de Fez un paraíso para los amantes de la comida.
Una mirada al Palacio Real de Fez
El Palacio Real de Fez – también llamado Dar el Makhzen – cubre un área extensa e incluye varios patios, mezquitas y barrios residenciales. Las puertas bellamente elaboradas, especialmente la entrada principal con su mosaico y madera tallada, atraen a muchos viajeros. Sin embargo, su interior no se puede visitar.
Fue construido en el siglo XIII y cuenta con grandes puertas de latón ornamentadas y exuberantes jardines, que encarnan la grandeza del diseño marroquí.
El palacio simboliza el legado duradero y la autoridad de la monarquía marroquí.
Explorar el pasado judío de la ciudad en Fez Mellah
Durante siglos, judíos y árabes convivieron en paz en Fez.
El legado de aquel tiempo se puede observar en Fez Mellah. Se trata del histórico barrio judío que fue fundado en el siglo XV.
Este barrio es uno de los distritos judíos más antiguos e importantes de Marruecos. Situado cerca del Palacio Real, se creó originalmente para proporcionar un área protegida para la comunidad judía, fomentando sus prácticas culturales y religiosas.
La arquitectura distintiva del Mellah presenta calles estrechas y sinuosas, a las que se asoman casas con pequeños balcones y sinagogas, incluida la notable Sinagoga Ibn Danan, una de las más antiguas de Marruecos.
El cementerio judío de Mellah es otro sitio importante, conocido por sus tumbas encaladas y su indudable peso histórico.
Aunque la población de Fez Mellah ha disminuido drásticamente y apenas quedan judíos, el barrio sigue siendo un importante punto comercial, repleto de pequeñas tiendas, zocos, teterías y rincones sorprendentes. Está menos saturado que la vieja medina y bien merece estar entre los mejores lugares que ver en Fez, pues nos muestra el diverso patrimonio cultural y religioso de la ciudad.
La Madrasa de Al-Attarine
Si quieres conocer la razón por la que esta ciudad es considerada la capital cultural de Marruecos, debes incluir la visita a alguna madrasa histórica en tu lista de mejores cosas que hacer en Fez.
Las madrasas – o madrazas – son las escuelas, religiosas o seculares, del mundo árabe. La de Al-Attarine es una de las más importantes del país.
En ella encontrarás un exquisito ejemplo de arquitectura meriní. Erigida entre 1323 y 1325 por el sultán Abu Said, sirvió como institución educativa y alojamiento para estudiantes.
Al-Attarine es famosa por sus intrincados azulejos, madera de cedro tallada y elegante decoración de estuco. Su patio central cuenta con una impresionante fuente de mármol y está rodeado de arcos y columnas bellamente adornados, creando un ambiente sereno e inspirador, propicio para el estudio y la reflexión.
La sala de oración es igualmente impresionante, con un mihrab detallado y una rica ornamentación.
El lugar ideal para reflexionar sobre la grandeza de una ciudad que propone un viaje con los cinco sentidos.
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Artículo escrito por David Escribano de Viajablog